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Bueno, pues la verdad es que no me gusta fardar de mis poderes de evidente, de adivino, de estos dones místicos, Pero algo me dice que tu eres de Salvador. ¿Me equivoco?
¡Trampas! Yo... Señorita, por favor. No le falta el respeto a mi profesión y a mis dones, que como buen adivino jamás se me ocurría hacer algo semejante. Por favor, eh, le pido un poco de respeto.